Vidas Prestadas
Hace poco conversando con un reconocido periodista, dijo: “son vidas prestadas” pensé que acertada expresión para reflejar parte del trabajo que muchos sommeliers alrededor del mundo realizamos.
La sommellerie está directamente vinculada a la buena mesa, al acceso a grandes botellas, catas especiales y viajes inolvidables; independientemente del nivel socio – económico del sommelier, hombres y mujeres trabajadores más o menos conocidos. que en el camino, por diferentes razones, las oportunidades nos han llegado.
De la geografía vitivinícola mundial surgen vinos de culto en todas las categorías: blancos, espumosos, tintos o dulces, de regiones o productores extraordinarios que dedican su vida a lo que mas quieren: elaborar vinos que emocionen.
También están las personas entendidas, sensibles y capaces de encontrar en los vinos, una bebida que pueda conectarlos con el placer total. Coleccionistas y amantes de los vinos que disfrutan cuando alguien comparte con ellos la misma pasión.
Así llegamos algunas veces, quienes trabajamos para la actividad vitivinícola también a aprender de los consumidores.
De vuelta en casa contamos hasta con lágrimas en los ojos sobre ese vino que finalmente conocimos, la cata vertical inolvidable, el maridaje que fue sublime o la cosecha que esperó tantos años.
La generosidad de productores y consumidores nos permite compartir con ellos, grandes botellas y tal vez a cambio de algún comentario o simplemente para unirnos en ese momento de enorme respeto. Con humildad recibimos ese regalo por la constancia, tenacidad y compromiso con la que llevamos la profesión.
Hay mucho para agradecer al vino, a otras bebidas y a productos de lujo que hoy forman parte de la gastronomía de excelencia.
Sin embargo es importante no marearse y me permito traer una frase de un gran sommelier amigo: ¡Cuánto foie gras hay que comer, para llevar un plato de lentejas a casa!